Hablemos de BDSM. A pesar del éxito de novelas eróticas como «Cincuenta Sombras de Grey», las parejas que viven abiertamente sus fantasías sadomasoquistas siguen estando mal vistas. ¿Son realmente distintas a otras personas con gustos sexuales más comunes?
El sadomasoquismo se define hoy mediante el termino BDSM, acrónimo de Bondage (juego con cuerdas) y Disciplina, Dominancia y Sumisión, Sadismo y Masoquismo. Esta forma de relación sexual incluye diversas prácticas consensuadas entre los miembros de la pareja, las cuales se relacionan con el poder, los juegos de sumisión y el dolor por placer.
La mayoría de aficionados a la practica sexual del BDSM destaca por su tendencia a la búsqueda de sensaciones. Se trata de personas que tienden a ser más responsables, extrovertidas, abiertas a nuevas experiencias, pero menos neuróticas, según los estudios.
Durante mucho tiempo, los psicólogos han considerado el sadomasoquismo un trastorno psicológico. Incluso hoy en día, el sistema de diagnóstico internacional CIE-10 lo recoge bajo la categoría de parafilia. El manual DSM-5 califica al BDSM como una parafilia, pero sólo lo considera un trastorno si supone un daño para uno mismo o para los demás.
Imagine que se encuentra en la sobria sala de exploración de un laboratorio frente a una pantalla que reproduce una película pornográfica. Su cuerpo se encuentra cableado: los electrodos del pecho y de las yemas de los dedos monitorizan su frecuencia cardíaca y la conductividad de la piel; sus genitales se hallan conectados con un sensor que mide la excitación sexual. Además, un fino cable que sale de su brazo conduce directamente a un estimulador eléctrico. Sobre la pantalla del televisor se iluminan tres luces que muestran señales de manera aleatoria: la primera anuncia una elevada probabilidad de recibir una descarga eléctrica; la segunda, también, pero con la diferencia de que sólo si su excitación sexual no sobrepasa cierto valor, y la última señal lumínica no tiene consecuencias.
Lo que parece un bizarro relato erótico es la descripción de un experimento psicológico llevado a cabo por el investigador en sexología David Barlow, de la Universidad Estatal de Nueva York en Albany. Junto con sus colaboradores, exploraba cómo reaccionaban doce sujetos masculinos ante el condicionamiento del miedo. La anticipación de los estímulos dolorosos no parecían intervenir en la activación sexual, por el contrario, ante la señal de la primera y la segunda luz aumentaba brevemente el volumen del pene de estos sujetos, para gran sorpresa de los propios participantes, quienes habían predicho el efecto contrario. Este resultado estaba en rotunda oposición a la visión imperante de la época: se esperaba que el miedo provocase la pérdida del deseo sexual.
Cabe señalar que Barlow ocupa una posición dudosa dentro de la investigación sobre la sexualidad (entre sus intereses científicos se encontraba el tratamiento de los homosexuales). Con todo, el estudio muestra que no solo las sensaciones positivas (como alegría o la seguridad) pueden asociarse con la activación sexual, sino que también el miedo y la tensión son capaces de actuar como estimulantes en un contexto adecuado.
En los últimos años, el BDSM ganó popularidad. Sin embargo, el BDSM es una de las prácticas sexuales más anti-guas que existen en la historia de la humanidad. Actual-mente existen grupos, master clases y guías para principiantes. Descubre qué necesitas saber al respecto en caso de sentir curiosidad por el BDSM.
Actualmente existen datos que evidenciaron la presencia del BDSM, al menos del bondage y dominación desde los principios de Mesopotamia (4.000 – 3.100 a.C.). Se encontraron datos que confirmaban celebraciones con prácticas de dominación, «cross-dressing», estados alterados de consciencia y muchas actividades que combinaban éxtasis y dolor.
Eventualmente, en Grecia y Roma existieron múltiples ejemplos de rituales de flagelación durante el siglo IX a.C. en zonas religiosas como Esparta. Inclusive se encontró la Tumba de los azotes en lo que fue Etrusca del siglo V a.C., en donde se encontraban imágenes de dos hombres azotando a una mujer en una práctica sexual. Así, hay mucha más información del bondage, dominación y otras prácticas que mezclan placer y dolor en esta época antigua.
Aún en el Medievo, se tenían prácticas que en la actualidad llamaríamos sadomasoquismo. Sin embargo, tuvieron que pasar algunos siglos para que el distinguido Marqués de Sade en la época de la Ilustración francesa. Los escritos y libros del Marqués de Sade se distinguen por describir detalladamente las sádicas prácticas sexuales de los personajes ricos de su generación. De aquí nació el término sadismo en honor al nobilísimo escritor. Mientras que el término de masoquismo surgió con el libro de «Venus in Furs» (1870) del austríaco Leopold von Sacher-Masoch y su segunda esposa Fanny Pistor. Estos tres personajes se volvieron famosos por su sexualidad libertina, bautizando a las prácticas de sadismo y maso-quismo como parte del erotismo, placer y sexualidad.
Actualmente, el BDSM cuenta con tres principales tendencias (Bienvenu, 1928, 1934 y 1950): fetichismo europeo; fetichismo estadounidense y gay leather o piel de homosexuales. Estas tendencias se diferencian en tipos de ropa, materiales y juguetes para adultos que suelen usar sus participantes. Sin embargo, con el nacimiento del internet, las tendencias del BDSM se unificaron, y el bondage, sumisión, soft-bondage y otras prácticas se añadieron a la riquísima variedad de la sexualidad.
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